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Creo en ti.

Jimin estaba comenzando a estresarse. Jeonghan no ha dejado que él regrese a casa y eso solo lo está poniendo de mal humor.

Su cena en resumen, es de Jeonghan hablando de todo y de lo que ha deseado poder tener ese momento y de Jimin tratando de no verse incómodo ante cada cosa dicha por su compañero de trabajo.

—Me encantaría quedarme, pero en serio tengo que irme.

—Tranquilo Jimin, aún la noche es joven.

—Pasan de las diez, mañana tenemos trabajo así que lo mejor es que me vaya.

—Y ya te dije que aún no.

Jimin lo miró mal ante el tono de voz que había usado. Sin esperar más se levantó de su asiento, dispuesto a irse pero fue tomado de su brazo y eso solo lo hizo sentir miedo.

—Suéltame o voy a gritar mucho.

—Solo quiero que pasemos un buen rato Jimin.

—Y ya te dije que debo irme.

—Eres un puto, te enredas con todos pero quieres hacerte el difícil conmigo —él agarró el bolso del rizado y lo lanzó a la silla mientras tomaba del brazo al ojiverde.

—Suéltame.

El rizado forzó un poco más safándose del agarre del otro, se sintió indefenso por un momento, salió del lugar y tomó un taxi.

Trataba de buscar el número de Taehyung pero sus nervios no lo dejaban hacer las cosas con claridad. Escribió como pudo un mensaje, estaba por enviarlo pero su celular se apagó. Maldijo cuando no pudo encenderlo de nuevo.

Maldijo aún más al no haber recogido su bolso, ahí estaban sus pertenencias, revisó sus bolsillos y agradeció tener algo de dinero para pagar, miró por la ventana e inmediatamente reconoció la calle por la que iban y divisó el hotel donde iba cada vez que se miraba con Jungkook.

—Déjeme ahí, en ese hotel —avisó, una vez que llegó, pagó y aún con sus nervios entró al lugar.

Pensaba llamar a Taehyung desde ahí para que fuera por él y solo quizás lo ayude a regresar al lugar donde cenó y con suerte encontrar su bolso.

Miró a Karina sonreírle apenada, estaba por pedirle el teléfono prestado para hablar con su mejor amigo y que fuera por él pero se quedó inmóvil al verlo a él.

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Jungkook durante el camino al hotel estaba insultándose en todos los idiomas posibles. ¿Cómo se le ocurrió? El no quería estar con otra persona.

Se apresuró en llegar, trataría de que el tipo solo le diera una mamada y podría zafarse de tener algo más.

Una vez que se estacionó, bajó del auto mentalizándose que debía de actuar rápido. No quería estar ahí con Kai.

Entró a recepción, estaba hablando con Karina acerca de darle la llave de la habitación, Kai al verlo rápidamente llegó hacia él tratando de tomar su mano pero Jungkook lo evitaba siendo bastante claro.

—Gracias Karina, él se irá esta noche, así que después de eso, quiero que limpien toda la habitación —pidió.

—Si señor —el ojiazul vio que la chica desvió la mirada y sonrió algo avergonzada.

Se giró y su corazón latió rápido.
Jimin estaba parado sin hacer ningún movimiento, los dos se vieron a los ojos y todo se sintió como juegos artificiales.

—¿Jimin? ¿Qué haces aquí? —preguntó una vez que estaba acercándose al rizado.

—Yo... bueno, solo quería pedir prestado el teléfono del lugar, necesito que vengan por mi —dijo apenas.

—¿Sucedió algo? ¿Estás bien?

—No, si, digo... si, es solo que tengo apenas esto —mostró su poco dinero—. Y no me alcanza para volver a casa y mi bolso lo tomó ese idiota y ahora solo quiero que Taehyung venga por mi —el rizado se abrazó a sí mismo evitando llorar.

Jungkook no entendía muy bien todo pero se acercó al chico, su instinto en abrazarlo le ganó. Lo rodeó en sus brazos apagando sus pensamientos, tan solo dejándose guiar por lo que sentía. Ver a Jimin nervioso de mal manera alertó todos sus sentidos. No sabe porqué siente que debe protegerlo esta vez.

Jimin poco le importó verse necesitado, se dejó abrazar por Jungkook y lo rodeó también con sus brazos. Respiró su aroma y comenzó a tranquilizarse. Solo quería ir a casa pero estar en los brazos de Jeon se sintió aún más cálido de lo que podría estar en cualquier otro sitio.

Se despegaron del abrazo, Jungkook lo vio y su expresión era triste, se sintió preocupado pero sin saber que hacer exactamente.

—¿Qué fue lo que pasó? ¿Por qué estás afectado?

—Un compañero del trabajo fue grosero, olvidé mi bolso y ahí está mi dinero, solo vine para pedir prestado el teléfono ya que mi celular se quedó sin carga y necesito a Taehyung.

Jungkook escuchó atentamente. Estaba por decir algo cuando una voz los interrumpió.

—¿Señor? Tenemos algo pendiente —dijo Kai tratando de ocultar sus celos ante la atención que el ojiverde le robó.

—Espera un momento —dijo serio.

—Vamos, hay que divertirnos —volvió a hablar.

—Kai, te acabo de decir que esperes.

—Deja que el chico llame y vámonos a la habitación —insistió.

Jimin vio a Kai, definitivamente es un hermoso hombre. Por supuesto que Jungkook tendría algo con él. Se sintió peor porque el mayor estaba ahí con alguien más a punto de tener sexo, en la misma habitación en donde lo ha llevado a él. Por supuesto que así debe ser, él no es el único.

Jungkook estaba cansado, en primer lugar no quería tener nada con Kai y este estaba insistiendo mucho, lo único que quería en ese momento era seguir abrazado a Jimin, hacerlo sentir mejor y llevarlo a su casa.

—¿Sabes qué? Acá se acabó nuestra noche, voy a pagar tu taxi para que te vayas, tengo cosas que hacer y tú no estás en esos planes.

Jimin no se atrevió a ver la escena de los dos hombres retandose con la mirada. Sentía que estaba de sobra.

—Tu me pediste venir.

—Y ahora te digo que te vayas, debo atender a Jimin.

Park alzó la vista, su estómago era un caos. De repente ya no se sintió desprotegido, ya no se sintió triste, mucho menos se sintió en peligro y solo.

Sonrió casi inconsciente por lo que estaba oyendo.

—Pero... —el chico intentó hablar pero fue interrumpido.

—Ya dije lo que harás Kai, ¡carajo! No pondré a Jimin al teléfono y que esté esperando a que su mejor amigo venga por él —dijo casi en un grito, se giró dándole la espalda a Kai para ver al rizado—. Jimin, voy a llevarte a tu casa —dijo tomando las mejillas del rizado mientras las acariciaba con su pulgar.

Jimin solo sonrió y se ruborizó.

—No tienes que dejar de follar por mi culpa —intentó bromear disimulando su alegría.

—No digas eso, ven —el menor caminó detrás de él pero fue jalado de sus rizos.

Kai se había molestado tanto por ser ignorado de esa forma y todo por culpa del chico de rulos.

—¿Pero qué te pasa? ¡Suéltame! —pidió mientras intentaba safar las manos del otro de su cabello.

—¡Eres un imbécil! ¡Arruinaste mi noche!

Jungkook se enfureció aún más, los guardias de seguridad del lugar separaron a ambos chicos. Jeon quitó a uno de los hombres y fue él quien tomó a Jimin del brazo poniéndolo detrás suyo.

—Escucha bien Kai, vuelves hacer algo como esto y no tendré consideración contigo, Karina, llama al taxi y ustedes dos procuren que se suba y no se quede aquí —ordenó a los guardias, quienes sacaron a Kai del lugar.

Jungkook suspiró aún más cansado que antes, más estresado y con ganas de golpear a su empleado.

Se giró para ver a Jimin quien limpiaba sus lágrimas, ¿cómo es posible tener una noche tan mierda?

—Lo siento tanto, no sabía que era un lunático, de verdad discúlpame —habló limpiándole las lágrimas al ojiverde.

—No es tu culpa, no fuiste tú.

—Pero yo lo traje.

—Y fui yo quien arruinó la noche de ambos —dijo sintiéndose triste.

—Para ser honestos, no quería nada con él.

—Él dijo que tú le pediste venir.

—A veces cometo estupideces —respondió viendo a los ojos al otro.

—¿Si?

—Mhum, muchas veces —susurró.

Los dos sintieron cosquillas en su estómago, sensaciones que creían muertas estaban reviviendo nuevamente.

Emociones que creían no tener, las sentían en cada latido. No podía ocultarse lo inevitable pero ellos seguían sin estar listos para aceptar y admitir lo que el otro les provoca.

—No tienes que llevarme a mi casa, solo puedes prestarme algo de dinero y me iré en taxi.

—No voy a exponerte, así que vámonos —ordenó.

Al rizado no le quedó de otra que hacer caso, ni siquiera le importó sentirse tan bien al tener la mano de Jungkook en su cintura guiándolo al estacionamiento.

—Sube, necesito decirle algo a Namjoon antes —dijo buscando su celular.

—¿Tu amigo?

—Si, es sobre la despedida de Kai —respondió simple.

—¿El chico de esta noche?

—Así es, no puedo pasar por alto lo que te hizo.

Jimin sintió que no podía sentirse más encantado con ese hombre. Pero recordó cuando él no tenía trabajo y lo difícil que fue conseguir algo. Odiaba ser tan buena persona a veces.

—No lo hagas, es decir, yo hubiese hecho lo mismo si alguien me arruina mi noche, ¿sabes? Estoy seguro que fue solo la calentura del momento.

—¿Qué dices?

—Pues, solo adviértele.

—No doy segundas oportunidades niño.

—Primero, tengo 26 años, ¿tú cuántos? Y segundo, es la cuarta noche que nos vemos y dijiste que no tenías segundos encuentros, aunque esta es accidental.

—Es totalmente diferente pero está bien; solo una advertencia, la verdad hace un buen trabajo en la empresa —dijo.

Los dos subieron al auto y abrocharon sus cinturones.

—No sabía que eras empresario pero lo imaginé, tienes el porte.

—¿Si?

—Si, todo tú eres autoritario, en pocas palabras un mandón.

—Solo me gusta el orden.

—¿Cuántos tienes? —preguntó de repente, ignorando lo que respondió el castaño.

—¿Qué?

—Tu edad —recordó.

—28.

El rizado sonrió, era lindo conocer más al hombre que ha sido su mejor follada.

—¿Y tú trabajo es en...? —cuestionó Jungkook, Jimin sonrió al saber que posiblemente estaba interesado en conocer de él.

El mayor honestamente estaba sintiéndose cómodo hablando con Jimin. Olvidó su estrés, olvidó a Kai y olvidó lo mal que salió todo está noche.

—Un restaurante, soy mesero.

—Entiendo... es genial, supongo. ¿Es entretenido?

—A veces si, a veces no, lo que pasa es que tuve que conformarme con eso, ¿sabes? Porque no quisieron darme la oportunidad de demostrar que soy un buen chef.

—¿Eres chef? —preguntó sonriente y con mucha sorpresa.

—Así es, pero no quisieron darme oportunidad de demostrarlo.

—Ellos se lo pierden, ¿pero cómo puedes vivir así?

—¿Así cómo?

—¡Tranquilo! Digo, el mundo se está perdiendo de probar lo que sabes hacer, ¿qué les pasa?

—Ellos contrataron a alguien mejor, tal vez tengan razón, no soy tan bueno.

—¡Hey! No te menosprecies.

—Gracias Kook.

Ambos se vieron y se ruborizaron, el apodo había salido sin pensarlo. Jungkook sonrió mostrando las arruguitas a los costados de sus ojos. Jimin estaba relajado, todo el mal rato con Jeonghan se le había olvidado.

Continuaron con su conversación, los dos se sintieron cómodos, ninguno de los parecía estar evitando al otro, todo lo contrario.

Ambos pensaban que podrían acostumbrarse a eso pero nuevamente el miedo de sentir más de lo que debían los atormentaba.

—A veces siento que jamás podré lograrlo —comentó el rizado.

—Ten paciencia, lo harás bien. Además, comprar un local no es algo fácil y peor buscar uno en una buena zona para un restaurante.

—Lo sé, solo espero cumplir mi sueño.

—Lo harás, yo creo en ti —dijo seguro.

—Eso me hace creer que puedo hacerlo.

—Estoy seguro que así será, pero no debes rendirte, claramente los primeros días no tendrás muchos clientes, pero vamos a darle buena cobertura a tu restaurante y verás que los demás harán grandes filas por probar de tu comida —habló sin ser consiente que se refería a ambos en el proceso.

El menor lo dejó pasar, quizás solo se equivocó.

—¿Tú serías mi primer cliente?

—Te lo aseguro, seré yo quien de buenas referencias sobre ti.

El ojiverde se sonrojó, quiso disimular desviando su rostro a la ventana.

Ninguno daba paso a decir algo más. Jungkook pudo pensar en mil cumplidos pero no los dijo. Jimin pudo imaginar que el castaño le pediría ir a otro lugar y seguir conversando acerca de sus intereses.

Pero eso quedó en el aire, porque ninguno se atrevió a expresar lo que estaba pensando.

—Bien, llegamos —anunció el castaño.

El rizado vio a través de la ventana el edificio donde vivía. Suspiró y se sintió extraño, no quería irse del lado de Jungkook.

—Gracias por traerme, fue una noche difícil.

—¿Si?

—Un poco, pero ya estoy en casa.

—Pues supongo, así se le dicen a estas cuatro paredes —dijo queriendo que sonara como una broma.

—Mamá siempre decía que casa y hogar eran completamente diferentes, una casa es eso de ahí —señaló el lugar en donde vive—. Pero un hogar siempre dijo que era en donde pertenecemos, donde nuestros sentimientos están —habló con una sonrisa adornando su rostro.

Sonrisa que a Jungkook le pareció lo más hermoso de la noche. Sus pensamientos nuevamente dieron dirección en Jimin.

Se acomodó mejor en el asiento e intentó disimular lo mucho que se perdía en sus ojos.

—Yo tengo que... —estaba por decir que debía irse pero el rizado habló al mismo tiempo.

—¿Quieres pasar? —interrumpió el menor cerrando sus ojos y apretando sus manos en un puño para calmar sus nervios.

Jungkook suspiró, claro que quería hacerlo. Estaba por decir que si pero sintió su estómago revolverse en mil formas.

No sabe porqué su corazón comenzó a latir aún más rápido. Tragó su saliva y su respiración pronto se vio agitada. Tuvo miedo nuevamente a lo que Jimin provocaba en él.

—Jimin... recuerda que eso no es parte de la propuesta. Te traje a tu casa porque no tenías como volver, de lo contrario, ni siquiera nos hubiésemos visto hoy.

El sabor amargo al decir esas palabras lo estaba haciendo sentirse mareado. Pero no quería que las cosas avanzaran a algo de lo cual él no estaba listo para procesar.

El rizado tan solo apretó sus labios sintiéndose estúpido.

—Gracias por traerme —fue todo lo que pudo decir antes de bajarse del auto e ingresar al edificio en donde vivía.

Jungkook golpeó el volante de su vehículo sintiéndose como la mierda pero no sabía cómo manejar la situación. Por primera vez en tanto tiempo comienza a sentirse hipnotizado por alguien y eso solo hace que quiera derribar todos los muros que él mismo ha creado para no sufrir.

Jimin por otro lado, llegó a su apartamento, agradeció que su mejor amigo no estuviera, se encerró en su habitación y contaba a 10 evitando romperse en llanto. Desde que terminó con su ex pareja hace un tiempo, nadie había robado de sobremanera su atención como Jungkook y odia tanto el hecho de que no es correspondido. El hombre de ojos azules tan solo ve en él un agujero donde meter su pene y aunque él aceptó serlo, hay algo dentro suyo que se rompe cada vez que se siente rechazado por el castaño.

Ninguno de los dos sabe como manejar la ola de emociones que crece cada vez que están juntos. Ese sentimiento que es como el mar de interminable.

Solo quedaría esperar a que el destino siguiera abriendo paso a sus caminos para que puedan aceptar que es el mismo que deben tomar.

Porque si hay algo que no se puede ocultar, es el amor y las mentiras.

Ellos no podrán seguir fingiendo que no se necesitan y el amor que ha nacido entre estos dos seres no podrá quedarse encerrado en ningún lado. Porque el amor los hará sentirse en su hogar, sentirse libres y sobre todo, pensar que si se puede dar otra oportunidad al romance en sus vidas.

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